Pagar decenas de miles de euros por un coche que ni siquiera ha pisado la calle no es habitual. Y menos aún esperar más de media década desde que se abre el plazo de reservas hasta que el modelo ve la luz. Pero eso es exactamente lo que está ocurriendo con el nuevo Tesla Roadster, el deportivo eléctrico que Elon Musk presentó en 2017 prometiendo su llegada al mercado para 2020.
Han pasado cinco años desde aquella fecha prevista y ocho desde el anuncio oficial, y el Roadster sigue sin fabricarse en serie ni tiene una fecha concreta de lanzamiento. Mientras tanto, quienes lo reservaron han tenido que adelantar 43.000 euros —algunos incluso más si optaron por la versión “Founder Series”— a cambio de… nada tangible. Ni unidad de preproducción, ni prototipos actualizados, ni siquiera noticias regulares por parte de Tesla.
El precio final anunciado en su día era de 220.000 euros, una cifra que lo colocaba en la liga de los superdeportivos eléctricos más exclusivos, con prestaciones que, sobre el papel, aún resultan espectaculares: una autonomía cercana a los 1.000 km y una aceleración de 0 a 100 km/h en 2,1 segundos, gracias a una configuración de tres motores eléctricos. Incluso se hablaba de un paquete opcional con propulsores de gas comprimido desarrollado por SpaceX para mejorar aún más las cifras.
Pero la realidad es que el Roadster se ha convertido en uno de los grandes «proyectos fantasma» de la marca. Tesla ha ido postergando el modelo sin demasiadas explicaciones, mientras concentraba sus esfuerzos en el Model Y —el coche más vendido del mundo en 2023, según JATO Dynamics— y en ampliar sus capacidades de producción en EE.UU., Alemania y China. Además, el lanzamiento del Cybertruck en 2024 ha absorbido gran parte de los recursos, tanto en ingeniería como en marketing.
El problema no es solo la demora, sino la opacidad con la que Tesla ha gestionado las expectativas de los clientes que hicieron la reserva. Aunque en el pasado Musk ha declarado que el coche saldrá «cuando esté listo» y que será «una bestia», lo cierto es que muchas de las reservas actuales se hicieron bajo la premisa de una entrega mucho más inmediata. Algunos usuarios en foros especializados ya han solicitado el reembolso de sus depósitos, mientras que otros mantienen la esperanza de recibir algún día el coche que les vendieron como «el más rápido del mundo».
En paralelo, marcas como Rimac, Lotus o Pininfarina han avanzado con sus propios hiperdeportivos eléctricos, con producciones limitadas pero reales. Tesla, en cambio, sigue sin mostrar una unidad del Roadster funcionando fuera de escenarios controlados o vídeos promocionales.
Este vacío contrasta con los movimientos recientes del mercado. En España, las matriculaciones de vehículos eléctricos crecieron un 34,5% en el primer cuatrimestre de 2025 respecto al año anterior (datos de AEDIVE y GANVAM), y cada vez más marcas apuestan por eléctricos deportivos, pero con entregas más ágiles. Mientras tanto, los 43.000 euros del Roadster siguen aparcados en las cuentas de Tesla sin que el coche aparezca por el horizonte.