Starlink vs IRIS²: choque de constelaciones

Bruselas no quiere depender del internet satelital de Elon Musk. Tampoco del que pueda venir de Amazon, China o Reino Unido. Por eso, en noviembre de 2022, la Unión Europea aprobó el proyecto IRIS² (Infraestructura para la Resiliencia, la Interconexión y la Seguridad por Satélite), su respuesta a Starlink y a otros sistemas privados de conectividad espacial. Pero, ¿qué es exactamente IRIS², y puede competir realmente con el modelo de SpaceX?

El proyecto, liderado por la Comisión Europea, cuenta con un presupuesto inicial de 6.000 millones de euros hasta 2027. Un tercio lo aporta la UE directamente, otro tercio vendrá de fondos privados y el resto se canalizará a través de organismos como la Agencia Espacial Europea (ESA) o el Banco Europeo de Inversiones. Entre las empresas seleccionadas para liderar el consorcio están Airbus, SES, Thales Alenia Space y Deutsche Telekom, junto con startups como Rivada Space Networks o Hispasat.

La idea es desplegar una constelación de hasta 170 satélites en órbita baja (LEO) entre 2026 y 2027. En comparación, Starlink ya supera los 6.000 satélites activos, con una meta de 12.000 en la próxima década. Amazon también ha empezado a lanzar su red Kuiper, con al menos 3.200 unidades previstas. IRIS² llega más tarde, pero con una arquitectura híbrida: combinará satélites LEO para bajas latencias con estaciones GEO y MEO ya existentes para reforzar la resiliencia de la red.

La prioridad del sistema europeo no es el usuario doméstico, sino las comunicaciones gubernamentales, seguridad civil, defensa y servicios estratégicos. No está diseñado, al menos en su primera fase, para dar conexión a campers, barcos o zonas rurales. Aunque está previsto que operadores comerciales puedan usar parte de su ancho de banda, el objetivo es blindar la autonomía digital del continente frente a proveedores no europeos.

Una diferencia clave con Starlink está en el modelo de propiedad. Mientras que SpaceX controla su red de extremo a extremo y puede (como ya ha hecho) limitar el acceso en zonas de conflicto o suspender el servicio sin consulta previa, IRIS² será gestionado bajo un esquema público-privado, con obligaciones claras sobre cobertura, interoperabilidad y neutralidad del servicio.

Tecnológicamente, IRIS² apunta a ofrecer una latencia por debajo de 50 ms y velocidades de varios cientos de Mbps por terminal, cifras similares a las del Starlink actual. Pero el reto no es solo técnico: los plazos. Mientras SpaceX lanza decenas de satélites cada semana con sus propios cohetes Falcon 9, IRIS² dependerá del desarrollo del Ariane 6, que aún no ha realizado su primer vuelo operativo.

Otro frente es el control del espectro y el tráfico en órbita. Con más de 9.000 satélites activos en 2025 (según la ESA), la congestión orbital es ya un problema real. IRIS² deberá coordinarse con Starlink, Kuiper y otras redes para evitar interferencias y posibles colisiones, en un entorno sin regulación internacional clara.

Pese a todo, el proyecto europeo es también un movimiento geopolítico. Asegurar que las misiones militares, las redes de emergencias o las infraestructuras críticas no dependan de proveedores extranjeros ha pasado de ser una preocupación teórica a una exigencia política, especialmente tras la guerra en Ucrania.

La primera fase de despliegue de IRIS² comenzará en 2025 con los contratos de fabricación de satélites. El servicio piloto podría estar listo en 2026, y la operatividad plena se espera para finales de 2027. Muy lejos aún del músculo operativo de Starlink, pero con un enfoque más controlado, menos comercial y, sobre todo, bajo bandera europea.

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