El Cybertruck es un coche gafado, ya tuvo sus primeros problemas en su presentación (con el famoso cristal roto) y se le siguen acumulando los problemas, ahora económicos. Apenas medio año después de su entrega a los primeros clientes, el Tesla Cybertruck 2024 ya ha perdido un tercio de su valor. La marca californiana está ofreciendo unos 65.400 dólares como precio de recompra por unidades recién matriculadas, muy por debajo del precio original de 100.000 dólares. Es un ajuste de 34,6% que deja mal parado al modelo más llamativo —y polémico— de la firma de Elon Musk.
Según datos recopilados por Electrek, esta depreciación duplica con holgura el promedio habitual en el segmento de pick-ups tradicionales, donde la caída ronda el 20% anual. Pero lo más grave para Tesla es que este desplome se produce sin que el modelo haya llegado aún a una verdadera madurez comercial ni a una producción a escala estable.
Tesla aseguró inicialmente haber superado el millón de reservas del Cybertruck. Sin embargo, hasta la fecha solo se han entregado unas 40.000 unidades, lo que apunta a problemas tanto de producción como de demanda real. A esto se suma una situación financiera complicada: primer descenso de ventas anuales en la historia de la compañía, margen operativo bajo mínimos y unos beneficios que se han reducido de forma considerable en el primer semestre de 2025.
A nivel de producto, el Cybertruck no termina de convencer fuera de su círculo más fiel. La estética radical —de inspiración brutalista y sin pintura tradicional— y la ergonomía interior poco práctica para el día a día han generado críticas incluso entre entusiastas de la marca. A esto se suma un rendimiento desigual: pese a prometer capacidades todoterreno avanzadas, muchos usuarios se han quejado de su peso excesivo, fallos de calidad y autonomía inferior a la anunciada.
Por si fuera poco, la exposición política de Elon Musk tampoco ayuda. Su cercanía al expresidente Donald Trump, al que ha apoyado económicamente en la campaña de 2024, ha generado protestas en varios concesionarios estadounidenses y llamados al boicot en redes sociales. Aunque Musk declaró hace unos días que se retiraría de la política para centrarse en sus empresas, al día siguiente reapareció en la Casa Blanca acompañando a Trump en un acto público.
Mientras tanto, el efecto reputacional empieza a pasar factura: una parte del público empieza a vincular los productos Tesla no solo con problemas técnicos o de calidad, sino también con una imagen tóxica asociada al extremismo político y la desinformación. En paralelo, otras marcas como Rivian, Ford o GM avanzan en sus respectivas líneas eléctricas sin este lastre reputacional, y con un enfoque más tradicional que parece conectar mejor con el cliente generalista.