esla vive uno de los momentos más tensos de su historia reciente, y esta vez no es por un retraso en entregas o una controversia técnica. El nombre de Elon Musk, durante años sinónimo de innovación y disrupción, empieza a generar más ruido que resultados para la compañía. Su aproximación política a Donald Trump ha provocado una caída abrupta en la percepción pública, especialmente entre consumidores europeos y norteamericanos, más sensibles a las implicaciones éticas y sociales de sus decisiones empresariales.
Las consecuencias han sido inmediatas: ventas en retroceso, acciones desplomadas —el valor bursátil de Tesla ha caído más del 50% respecto a diciembre de 2024— y un creciente malestar entre los accionistas, algunos de los cuales ya insinúan que una salida de Musk podría ser lo mejor para preservar el futuro de la empresa. Mientras tanto, se multiplican los actos vandálicos contra vehículos Tesla en distintas ciudades de EE.UU., un fenómeno que empieza a preocupar seriamente a su base de clientes.
La compañía ha intentado sofocar los rumores de dimisión. En un comunicado oficial, Tesla negó que esté buscando reemplazo para Musk, quien además ha insistido públicamente en que no tiene intención de dejar su cargo. Pero la narrativa empieza a resquebrajarse, y todas las miradas apuntan a un nombre: Tom Zhu Xiaotong.
Zhu es, desde hace tiempo, el número dos de Tesla y uno de los pocos directivos con peso real en las decisiones globales. Ingeniero de formación y de origen chino, su trayectoria en la compañía ha sido meteórica. Entró en 2014 como responsable de proyectos de carga en China y ascendió rápidamente hasta dirigir la expansión comercial en el país, donde Tesla logró posicionarse como uno de los líderes del mercado.
Su papel fue clave en la apertura y consolidación de la gigafábrica de Shanghai, una planta que en tiempo récord logró convertirse en un nodo de producción indispensable para los Model 3 y Model Y, que hoy son los eléctricos más vendidos en el país asiático. Según testimonios internos, Zhu llegó a dormir en la planta durante las fases más críticas del proyecto, una muestra de implicación que le granjeó respeto dentro y fuera de la compañía.
Desde 2023, Zhu lidera las ventas globales de Tesla, supervisando no solo China, sino también las operaciones en EE.UU. y Europa, incluidas las plantas de Fremont y Grünheide. Su perfil técnico, unido a su capacidad de ejecución y su talante discreto, le posiciona como una alternativa viable —y hasta deseable— en un momento donde el desgaste reputacional de Musk empieza a afectar al negocio.
Pese a todo, Tesla sigue conservando músculo en algunos mercados. En China, por ejemplo, el Model Y se mantiene como el coche más vendido del año (fuente: CPCA), y la planta de Shanghai sigue batiendo marcas de producción. Pero incluso ese éxito tiene el sello de Zhu más que el de Musk.
La gran incógnita es si Tesla se atreverá a imaginarse sin su fundador al frente, o si esperará a que el mercado tome esa decisión por ella.