España se prepara para la señal del diamante

La señal del diamante, discreta pero con implicaciones claras, podría empezar a verse en nuestras carreteras más pronto de lo que muchos imaginan. Este símbolo, ya presente en Francia y asociado a los carriles VAO (Vehículos de Alta Ocupación), está ganando terreno en el debate sobre la futura normativa de tráfico en España. La Dirección General de Tráfico (DGT) baraja su incorporación al catálogo oficial de señales, en línea con el plan de armonización europea previsto para culminar en 2025.

En la práctica, el diamante blanco sobre fondo oscuro señala un carril reservado. Su uso está limitado a coches con al menos dos ocupantes, así como a eléctricos con etiqueta “Cero”, taxis y algunos vehículos autorizados. El objetivo es claro: reducir el tráfico privado de baja ocupación, rebajar emisiones y fomentar el uso compartido. En Francia, donde ya se ha integrado en la señalética vial de ciudades como París, Toulouse o Nimes, estos carriles están vigilados con cámaras y sensores capaces de detectar en tiempo real el número de ocupantes por vehículo o su categoría ambiental.

Este tipo de control automatizado está cada vez más presente en Europa. En Lyon, por ejemplo, se ha desplegado un sistema de cámaras térmicas que verifica la ocupación de los vehículos con una fiabilidad cercana al 90%, según datos de Atlandes, el operador de infraestructuras. Las sanciones por uso indebido oscilan entre los 90 y los 135 euros, y se tramitan de forma telemática. Un escenario que podría replicarse en España si se apuesta por una vigilancia automatizada en los BUS-VAO.

La propuesta encaja en el marco de modernización regulatoria que la UE está impulsando desde Bruselas. La Comisión Europea trabaja en un paquete legislativo que unificará permisos de conducción, sanciones y señalización. El carnet de conducir digital europeo será uno de los elementos centrales: una versión unificada y accesible desde el móvil que permitirá circular por toda la UE sin trámites adicionales. Está previsto que empiece su fase piloto en 2025, en paralelo con otras medidas como esta nueva señal.

En España, la aplicación del diamante podría empezar en los corredores metropolitanos de mayor densidad, como la A-6 en Madrid o la B-23 en Barcelona, donde ya operan carriles BUS-VAO. No se descarta su incorporación también en ciudades como Valencia o Sevilla, donde se estudian proyectos similares en el marco de los fondos Next Generation. Además, podría ir acompañada de la pintura del símbolo sobre el asfalto, algo que facilitaría su comprensión para los conductores extranjeros.

La aceptación de estas medidas dependerá en buena parte de cómo se comuniquen. Según el último barómetro del RACE, un 68% de los conductores españoles desconoce la existencia de carriles VAO fuera de Madrid y Barcelona, y más del 80% no ha oído hablar nunca de la señal del diamante. La DGT prevé campañas informativas específicas en 2025 si finalmente se aprueba su inclusión.

Por ahora, el diamante sigue siendo un elemento extraño para el conductor medio español, pero su normalización podría estar muy cerca. Y con ella, un paso más hacia esa circulación paneuropea que empieza a dejar de ser teoría para tomar forma en nuestras propias autovías.

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