El Xiaomi SU7 se ha convertido en el coche eléctrico de moda en China. En menos de un año desde su lanzamiento, el fabricante ha despachado ya más de 200.000 unidades, un ritmo que se está acelerando: si tardaron 229 días en alcanzar las primeras 100.000, las siguientes llegaron en solo 119. Las cifras hablan por sí solas: entre enero y abril de 2025, se entregaron 104.454 unidades, según datos de la marca.
Buena parte de esta demanda se ha visto espoleada por el atractivo mediático del SU7 Ultra, la versión más radical, con 1.548 CV, tracción integral y prestaciones que lo sitúan en la liga de los hiperdeportivos. El modelo ha arrasado en reservas hasta el punto de agotar toda la producción de 2025, a pesar de sus más de 300.000 yuanes (más de 38.000 euros al cambio) en versión básica.
Pero el fenómeno del SU7 también está generando ruido por motivos menos agradables. Hace apenas unas semanas, Xiaomi se vio obligada a recular tras limitar por software el rendimiento del SU7 Ultra, alegando razones de seguridad. La reacción de los clientes no se hizo esperar, y la presión pública forzó a la compañía a retirar la actualización.
Más grave ha sido su desempeño en el informe de calidad del primer trimestre de 2025 elaborado por la China Automobile Quality Network, donde el SU7 aparece en último lugar dentro de su categoría. Los usuarios han reportado numerosos fallos de fabricación y problemas de calidad, una alerta importante para un coche que pretende jugar en la misma liga que Tesla, Nio o XPeng.
A este contexto se suma una demanda colectiva impulsada por más de 400 propietarios del SU7 Ultra que han denunciado a Xiaomi por publicidad engañosa. El motivo: el capó de fibra de carbono opcional (con un sobreprecio de 42.000 yuanes) se vendía como un componente funcional que mejoraba aerodinámica y refrigeración gracias a sus supuestos extractores de aire. Sin embargo, los conductos son completamente ciegos, sin ninguna diferencia estructural respecto al capó base.
Xiaomi ha admitido que su comunicación fue “poco clara” y ha ofrecido una compensación simbólica: 20.000 puntos de fidelidad y la instalación gratuita de un capó de aluminio. Muchos usuarios han rechazado esta solución por considerarla insuficiente, y el caso podría escalar si los tribunales les dan la razón.
A pesar de estas turbulencias, el SU7 mantiene el pulso comercial. El coche eléctrico de Xiaomi ha calado en el mercado doméstico gracias a un diseño muy llamativo, precios agresivos (en torno a 215.000 yuanes, unos 27.000 euros en su versión base), conectividad avanzada y la promesa de integrarse con todo el ecosistema de la marca, desde smartphones hasta tablets.
En paralelo, la empresa sigue expandiendo su red de ventas y posventa, uno de los retos habituales para los recién llegados al sector automovilístico. Aunque el volumen de entregas aún se concentra en las grandes ciudades del este y sur de China, Xiaomi aspira a cubrir todo el país antes de final de año con más de 100 centros de entrega y servicio.