Mercedes-Benz ha elegido el Salón del Automóvil de Múnich para presentar en sociedad su próximo SUV eléctrico de referencia: el nuevo GLC, que verá la luz en septiembre y se comercializará a partir de 2027. Este modelo marcará un punto de partida para la arquitectura MB.EA, una plataforma específica para eléctricos que busca poner distancia respecto a las soluciones multienergía actuales como la MMA que emplea el nuevo CLA.
Con esta jugada, la marca alemana pone fin al EQC —modelo que no llegó a consolidarse frente a sus rivales directos— y posiciona al nuevo GLC eléctrico como su apuesta principal en el segmento D-SUV. Una categoría cada vez más competitiva, en la que ya se mueven actores como el Audi Q6 e-tron, el BMW iX3 de próxima generación, el Porsche Macan eléctrico, el Lexus RZ o el omnipresente Tesla Model Y, líder de ventas globales entre los eléctricos en 2023 y aún muy fuerte en lo que va de 2025 (JATO Dynamics).
La principal baza técnica del nuevo GLC será su sistema eléctrico de 800 voltios, capaz de cargar hasta 320 kW, lo que se traducirá —según datos preliminares— en un paso del 10 al 80% de batería en algo más de 20 minutos. Una cifra que lo sitúa entre los mejores del mercado, aunque con una limitación no menor: podría no ser compatible con cargadores de 400 voltios, una decisión que ha generado bastante controversia entre los aficionados y medios especializados, dado que muchas infraestructuras actuales en Europa siguen ancladas en esa tensión.
El GLC ‘EQ Technology’ se ofrecerá tanto en versiones de tracción trasera como en variantes con doble motor y tracción integral 4MATIC. La electrónica de control permitirá una gestión completamente independiente de ambos ejes para mejorar el comportamiento sobre firme deslizante, y se incorporarán inversores de carburo de silicio, más eficientes y compactos, ya empleados por otras marcas premium como Porsche o Lucid.
La marca de la estrella también quiere marcar diferencias en la frenada. En lugar de separar los componentes del sistema, Mercedes apostará por un módulo integrado que combinará servofreno, cilindro maestro y control de estabilidad. Esta solución, junto con una frenada regenerativa más afinada, pretende ofrecer un tacto más natural en cualquier situación, algo que todavía hoy no terminan de conseguir todos los eléctricos.
En lo alto de la gama, se espera que el nuevo GLC incorpore celdas con ánodos de silicio y grafito, lo que mejorará la densidad energética y podría llevar la autonomía muy por encima de los 600 km WLTP, aunque Mercedes aún no ha facilitado cifras. Tampoco se conocen aún los tamaños de batería, aunque lo lógico sería esperar variantes entre los 80 y 100 kWh útiles.
La bomba de calor será de serie y contará con un sistema inteligente que extraerá calor de tres fuentes: el propulsor, la batería y el entorno, optimizando el uso energético en condiciones adversas. En paralelo, el lanzamiento del nuevo Clase C eléctrico en 2027, basado en esta misma plataforma, permitirá a Mercedes rentabilizar el desarrollo y ofrecer dos carrocerías con idéntica base técnica pero enfoques distintos.