¿Cuánto ahorra realmente un Tesla? Miles de euros y visitas al taller que nunca harás

Imagina arrancar tu coche cada mañana sin pensar en cuándo será el próximo cambio de aceite, sin buscar un taller para revisar el motor de combustión o sin preocuparte por las averías clásicas de los coches de toda la vida. Esta es la realidad que viven los propietarios de un Tesla. Más allá de la imagen futurista o la aceleración de infarto que ofrecen sus modelos, el verdadero valor añadido de conducir un vehículo 100% eléctrico está en el ahorro. Y no solo de dinero, también de tiempo y quebraderos de cabeza.

Porque si bien es cierto que la inversión inicial de un Tesla puede ser superior a la de un coche convencional, el mantenimiento es tan reducido que a la larga compensa, y de qué manera.

Un coche sin motor… tradicional

Los Tesla no tienen motor de combustión, y esa ausencia se traduce en la eliminación directa de muchas tareas de mantenimiento mecánico. Vamos con algunos ejemplos concretos y cifras que ponen todo en perspectiva.

  • Cambio de aceite del motor: algo habitual en cualquier coche de combustión interna, cada 5.000 a 10.000 kilómetros, supone un gasto de 50 a 100 euros por visita al taller, además de la pérdida de tiempo que conlleva. Con un Tesla, esta tarea simplemente desaparece.

  • Pruebas de emisiones: son obligatorias cada dos años en muchos países, cuestan 20 a 50 euros y consumen tiempo. En un Tesla, no hay emisiones que medir.

  • Cambio de líquido de la transmisión: aunque algunos coches pueden alargar el intervalo a los 100.000 kilómetros, es un mantenimiento que suele costar entre 150 y 300 euros. Los Tesla no lo necesitan, gracias a su transmisión eléctrica directa.

  • Revisión del sistema de encendido (bujías, bobinas, etc.): otra tarea que implica un gasto de 150 a 300 euroscada 50.000 a 100.000 kilómetros. Y en un Tesla, es historia.

  • Reemplazo del alternador, bomba de agua, correa de distribución o incluso la temida junta de culata: reparaciones que suman miles de euros y que forman parte de la vida de cualquier vehículo de combustión. En un Tesla, ninguno de estos elementos existe.

Menos piezas, menos problemas

La clave es sencilla: un motor eléctrico tiene 20 veces menos piezas móviles que un motor de combustión. Menos piezas implican menos averías, menos desgaste y menos mantenimientos preventivos o correctivos. Y esto se nota en el bolsillo.

Por ejemplo, un coche de combustión requiere tareas como:

  • Cambio de líquido refrigerante (100-150 euros) cada 30.000 a 50.000 kilómetros.
  • Sustitución de sensores de oxígeno (100-250 euros) a partir de los 60.000 kilómetros.
  • Mantenimiento del sistema de combustible (hasta 300 euros) y eventualmente reemplazo de la bomba (entre 400 y 800 euros).

En el caso de un Tesla, el mantenimiento más importante es revisar el estado de los neumáticos y los frenos. Y hasta en los frenos ahorras, porque la frenada regenerativa reduce su desgaste, alargando su vida útil mucho más allá de lo habitual.

Y el combustible, claro

Además de las revisiones y reparaciones evitadas, la carga de un Tesla es significativamente más barata que llenar un depósito de gasolina. Según los últimos datos, conducir un vehículo de combustión es hasta un 136% más caro por kilómetro recorrido en comparación con cargar un coche eléctrico en casa. Esto se traduce en un 58% de ahorro anual en costes de «combustible» para un conductor medio.

¿Cuánto puedes ahorrar en total?

Sumando todos estos conceptos, el ahorro en mantenimiento puede rondar los 500 a 1.000 euros al año solo en revisiones periódicas y reparaciones comunes. Si a eso le añades el coste menor de la energía, las cifras se disparan: un conductor puede llegar a ahorrar más de 10.000 euros en 10 años de uso respecto a un coche equivalente de gasolina.

Además, el tiempo también es un factor importante. Menos visitas al taller significan más horas para ti, sin tener que preocuparte por diagnósticos, presupuestos o citas mecánicas.

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