La llegada del coche eléctrico ha transformado por completo la industria del automóvil, pero sigue existiendo un punto neurálgico que marca la diferencia entre marcas y modelos: la carga. BYD, consciente de esta barrera, ha decidido dar un paso adelante en Europa con una propuesta de infraestructura que puede alterar el equilibrio actual del sector: estaciones de carga de hasta 1.000 kW.
Mientras la mayoría de los cargadores ultrarrápidos europeos trabajan entre los 150 y 350 kW, e incluso las recientes actualizaciones de Ionity apuntan a 600 kW, la oferta que quiere traer BYD duplica o triplica esas cifras. A máximo rendimiento, sus cargadores serían capaces de añadir 400 kilómetros de autonomía en apenas 5 minutos de conexión, es decir, unos 2 kilómetros por segundo. Cifras que, a día de hoy, están reservadas a unos pocos modelos capaces de aceptar semejante potencia.
Una estrategia global que va más allá del coche
Los planes de los de Shenzhen no se limitan a vender coches. BYD aspira a replicar en Europa el ecosistema completo de movilidad que tan buenos resultados le está dando en China: coches, baterías, energía y ahora también infraestructura de carga. Este último movimiento busca plantar cara directamente al modelo que Tesla lleva años perfeccionando con su red de Superchargers, que sigue siendo el referente por fiabilidad, cobertura y experiencia de usuario.
En el Viejo Continente, la compañía china avanza rápidamente. En España, por ejemplo, el BYD Seal U híbrido enchufable ha logrado hacerse un hueco en el mercado, mientras que modelos como el Dolphin Surf ya están empezando a circular por las carreteras europeas. Según datos de la ACEA, BYD ya figura entre los diez primeros fabricantes de eléctricos en varios países de la UE durante el primer trimestre de 2025.
Tecnología de carga por delante de la demanda actual
Hoy por hoy, casi ningún turismo eléctrico disponible en Europa podría aprovechar los 1.000 kW que promete BYD. Sin embargo, la marca ya tiene dos modelos en China capaces de gestionar potencias de carga cercanas al megavatio, anticipando una evolución tecnológica que terminará llegando también al mercado europeo.
Por ahora, los pocos cargadores de 1 MW instalados en el continente están destinados a camiones eléctricos, como los que ha desplegado Mercedes con su eActros 600. BYD quiere llevar esa capacidad al cliente particular, eliminando uno de los argumentos más repetidos contra el coche eléctrico: los largos tiempos de recarga en carretera.
Europa, próximo objetivo en el mapa de expansión
Aunque la compañía aún no ha detallado fechas ni ubicaciones, los planes están en marcha. La idea es desplegar su propia red de carga ultrarrápida en distintos países europeos, acompañando el crecimiento de su oferta de vehículos. Esto no solo reforzaría la confianza del comprador, sino que también permitiría a BYD controlar parte del negocio de la energía, un área donde su experiencia como mayor fabricante mundial de baterías (por delante de CATL en algunos trimestres de 2024) le otorga una posición ventajosa.
Tesla ha demostrado que controlar la infraestructura es clave para fidelizar a los clientes. Ahora, BYD quiere seguir esa misma senda, pero con cifras de potencia que hasta hace poco parecían ciencia ficción.