Se acaba el chollo, comienzan los impuestazos al coche eléctrico en Europa

El idilio fiscal que hasta ahora disfrutaban los propietarios de coches eléctricos empieza a mostrar grietas. El Reino Unido ha sido el primero en poner negro sobre blanco una medida que muchos ya intuían: los conductores de vehículos eléctricos tendrán que empezar a pasar por caja. La ministra de Hacienda británica, Rachel Reeves, ha confirmado que el gobierno prepara un nuevo sistema de tarificación por kilómetro recorrido que entrará en vigor a partir de abril de 2028.

El movimiento tiene su lógica desde el punto de vista de las arcas públicas. Con la caída de la recaudación por los impuestos sobre los carburantes —un ingreso hasta ahora asegurado gracias a la gasolina y el diésel—, el crecimiento del parque eléctrico ha generado un agujero fiscal cada vez más difícil de ignorar. Solo en Reino Unido, la media de un conductor de combustión tributa alrededor de 600 libras al año en tasas ligadas al consumo de combustible. En cambio, los usuarios de eléctricos apenas contribuyen, más allá del IVA de la recarga y algunos pagos puntuales en determinadas ciudades.

Con el nuevo sistema, se estima que cada conductor de un eléctrico en Reino Unido tendrá que abonar unas 250 libras al año, lo que supone aproximadamente un 40% de lo que hoy paga quien conduce un coche térmico. El modelo estaría basado en una tarificación por kilómetro recorrido, lo que introduce de facto una especie de «peaje invisible» a nivel nacional.

Aunque aún faltan muchos detalles por conocer, el anuncio ha generado reacciones dentro y fuera del país. No solo por lo que implica a nivel doméstico, sino porque marca el camino que probablemente seguirán otros gobiernos europeos, donde el coche eléctrico también ha gozado de ventajas fiscales que no parecen sostenibles a largo plazo. España, sin ir más lejos, aplica actualmente una exención del impuesto de matriculación a los coches eléctricos, así como beneficios en el impuesto de circulación en muchas ciudades. Pero a medida que se extiende su uso, esas excepciones podrían empezar a desdibujarse.

Este cambio de rumbo llega en un momento en el que el mercado eléctrico ha perdido fuelle. En octubre, las matriculaciones de eléctricos puros (BEV) en España cayeron un 8,3% interanual, con poco más de 4.000 unidades, en contraste con el repunte de los híbridos no enchufables y los modelos de gasolina. Y todo ello mientras los precios de la recarga en la vía pública siguen siendo un obstáculo. En algunas estaciones, el coste por kilovatio supera los 0,6 €, muy por encima del precio medio del kWh doméstico.

El futuro inmediato del coche eléctrico pasa por un equilibrio delicado entre incentivar su uso y ajustar las cuentas públicas. Los gobiernos empiezan a preparar el terreno para que lo segundo no se quede por detrás.

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