Batería sólida de BYD: 1.500 km y carga en 12 min

BYD lleva más de diez años trabajando en una nueva generación de baterías y ya pone fecha a su estreno: entre 2027 y 2029 arrancará la producción limitada de sus primeras baterías de electrolito sólido, con fabricación en serie a partir de 2030. El salto promete cifras muy por encima de las actuales: densidad energética de hasta 400 Wh/kg, autonomía superior a los 1.500 km en ciclo CLTC y una recarga del 80 % en tan solo 12 minutos.

Este avance no es menor. En condiciones reales de homologación WLTP, la cifra de autonomía rondaría entre 1.200 y 1.300 km, lo que permitiría cubrir trayectos de larga distancia sin necesidad de parar. Y si se para, bastará una pausa de café para volver a la carretera. La clave está en una arquitectura de 1.000 voltios, que permite gestionar cargas ultrarrápidas sin comprometer la vida útil de la celda.

El salto a estado sólido no es solo una cuestión de rendimiento, también de seguridad. La eliminación del electrolito líquido reduce el riesgo de incendio por fugas térmicas, al tiempo que permite empaquetar más energía en menos espacio y reducir peso. En paralelo, BYD está desarrollando una red de carga de megavatios para Europa, necesaria para exprimir todo el potencial de estas baterías. Las estaciones actuales de 150 o incluso 350 kW no bastarían para recargar paquetes de 400 kWh en menos de un cuarto de hora.

La marca china ya ha probado un prototipo capaz de superar los 1.500 km, aunque ha negado que se trate de un Seal camuflado, como apuntaban algunos rumores. Según su hoja de ruta, entre 2027 y 2029 estas baterías llegarán a modelos de gama media-alta en tiradas controladas. Será a partir de 2030 cuando empiecen a escalar producción y bajar costes, hasta equipararse con las actuales de litio.

El uso de inteligencia artificial en el diseño y fabricación de celdas está siendo clave para acelerar este desarrollo. El equipo de ingeniería de BYD asegura que han conseguido reducir los tiempos de validación entre 10 y 100 veces. Esto también tiene implicaciones en los costes, ya que permitirá competir en precio sin perder margen de rentabilidad.

En paralelo, Toyota, Mercedes, Volkswagen y otros fabricantes continúan trabajando en sus propias versiones de baterías sólidas, aunque en fases menos avanzadas. El dominio industrial y la integración vertical de BYD le dan ventaja a corto plazo, con capacidad para producir, probar y montar sus propias celdas sin depender de terceros.

En mercados como el español, donde las matriculaciones de eléctricos siguen creciendo pero aún hay reticencias por la autonomía y los tiempos de carga, esta tecnología podría ser un punto de inflexión. Si BYD cumple los plazos, la barrera psicológica de los 1.000 km dejará de serlo antes de que acabe la década.

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