La respuesta corta es que debes esperar una reducción de autonomía de entre un 15% y un 30% en condiciones de frío moderado (cercano a 0°C). Sin embargo, esta cifra es elástica y depende menos de la temperatura exterior y más de la tecnología de tu coche y de cómo gestiones la calefacción. En situaciones extremas, o sin la gestión térmica adecuada, la pérdida puede rozar el 50%.
Para entender por qué ocurre esto y cómo mitigarlo, hay que analizar los dos factores técnicos que conspiran contra tu batería: la química interna y la demanda auxiliar.
1. El factor químico: la «pereza» de los iones
Las baterías de iones de litio son como los humanos: funcionan mejor a una temperatura de confort, idealmente entre 20 y 25 grados Celsius. Cuando la temperatura baja, ocurren cambios físicos dentro de las celdas:
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Aumento de la resistencia interna: El electrolito (el líquido conductor dentro de la batería) se vuelve más viscoso con el frío. Esto dificulta el paso de los iones del ánodo al cátodo.
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Pérdida de eficiencia: Para superar esa resistencia viscosa, el coche debe gastar más energía solo para mover la electricidad fuera de la batería. Es como intentar correr dentro de una piscina con agua hasta la cintura; avanzas, pero con mucho más esfuerzo.
Este fenómeno químico explica por qué, incluso si no enciendes la calefacción, un coche eléctrico aparcado a la intemperie en una noche helada mostrará menos autonomía disponible al encenderse que la noche anterior. La energía sigue ahí, pero es temporalmente inaccesible.
2. El «Impuesto de Calefacción»: el verdadero culpable
A diferencia de los coches de combustión, que utilizan el calor residual ineficiente del motor para calentar gratis el habitáculo, un motor eléctrico es tan eficiente que apenas genera calor. Para calentar el interior, el coche debe fabricar calor desde cero.
Aquí es donde la tecnología marca la diferencia entre perder un 15% o un 40% de autonomía:
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Calefacción por resistencia (PTC): Es el sistema básico (similar a un secador de pelo). Es barato de fabricar pero muy ineficiente. Consume una cantidad enorme de electricidad directamente de la batería para generar aire caliente.
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Bomba de calor: Es el sistema avanzado que incorporan los modelos más modernos o de gama alta. Funciona como un aire acondicionado inverso: «roba» calorías del aire exterior (incluso a bajas temperaturas) y las comprime para calentar el habitáculo. Una bomba de calor es entre 2 y 3 veces más eficiente que una resistencia, minimizando drásticamente el impacto del invierno en la autonomía.
Datos de campo: Lo que dicen las pruebas reales
Diversos análisis realizados en países nórdicos (donde la movilidad eléctrica es masiva) arrojan luz sobre el comportamiento real de los vehículos:
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En frío moderado (-1°C a -7°C): La mayoría de los vehículos eléctricos modernos pierden un promedio del 20-25% de su alcance homologado.
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Uso urbano vs. Autopista: Curiosamente, el impacto porcentual es mayor en trayectos cortos urbanos si el coche se ha enfriado por completo entre paradas, ya que el sistema debe calentar la cabina y la batería repetidamente desde cero.
Es gestionable
Es importante destacar que esta pérdida de autonomía es temporal. No estás dañando la batería permanentemente; simplemente estás operando en una ventana de menor eficiencia. El preacondicionamiento (calentar el coche enchufado antes de salir) es la herramienta más efectiva para contrarrestar este efecto, permitiéndote recuperar gran parte de ese rango «perdido» antes incluso de iniciar la marcha.