Mercedes CLA 2026 a prueba: un viaje de Múnich a Venecia para descubrir su autonomía real

No todos los días se recibe una llamada de Mercedes con una propuesta tan clara: probar su nueva CLA eléctrica recorriendo tres países, desde Múnich hasta Venecia, pasando por los Alpes y las Dolomitas. El objetivo no era otro que comprobar si la autonomía oficial de más de 700 kilómetros se sostiene fuera del papel. Y, de paso, descubrir si esta berlina compacta puede plantar cara a Tesla y a la imbatible eficiencia del Hyundai Ioniq 6.

Desde los primeros kilómetros, la CLA sorprende. Quien la juzgaba solo por fotos o vídeos probablemente no esperaba un habitáculo tan cómodo ni una posición de conducción tan cuidada. En la versión AMG Line probada, los asientos sujetan bien, la ergonomía está lograda y el ambiente general transmite calidad. Aunque, como suele ocurrir en Mercedes, la lista de versiones y paquetes de equipamiento es un pequeño laberinto.

En carretera, la sensación es la de una berlina sólida y silenciosa. El motor trasero entrega 272 caballos en esta versión 250+, con una batería de 85 kWh y tracción trasera. Su hermana 350 4Matic sube hasta los 354 caballos, pero mantiene la misma batería. Sobre el papel, la primera promete hasta 725 kilómetros de autonomía, y lo cierto es que las cifras reales no defraudan: consumos de entre 15 y 16 kWh/100 km incluso en tramos de montaña, temperaturas cercanas a cero y conducción deportiva.

La conducción eléctrica aquí tiene un punto refinado. Mercedes ha cuidado los modos de regeneración, que se pueden ajustar desde las levas tras el volante. En el modo más intenso (D-), la CLA permite el manejo con un solo pedal, ideal para ciudad o tráfico denso. Y en autopista, el asistente de mantenimiento de carril y el control de crucero adaptativo hacen casi todo el trabajo. La sensación de autonomía no solo depende de la batería, también del confort que permite conducir sin fatiga.

En cuanto a recarga, la CLA saca músculo con su arquitectura de 800 voltios. Puede cargar hasta 320 kW, pasando del 10 al 80 % en unos 22 minutos, lo que equivale a recuperar unos 300 kilómetros en apenas 10 minutos. Aun así, hay un matiz importante: no es compatible con cargadores de 400 V, como los de Tesla, y algunas unidades iniciales no incluyen convertidor interno, aunque Mercedes ya trabaja en ello.

El diseño mantiene la esencia de la CLA térmica, pero con detalles más limpios y tecnológicos: parrilla iluminada, manillas enrasadas, portón sin marco y un techo panorámico que da amplitud. En rojo y con el paquete AMG Line, la presencia es innegable. Por dentro, el doble panel digital, el volante con mandos táctiles y la pantalla opcional para el acompañante (más de 2.000 €) refuerzan el ambiente premium. Solo se echa en falta un tacto más refinado en algunos plásticos.

En la parte trasera, el espacio no es su punto fuerte. El diseño tipo coupé resta altura y deja claro que esta no es una berlina familiar, aunque suficiente para viajes cortos o trayectos urbanos.

Durante el viaje de más de 600 kilómetros, la CLA demostró que los 700 km oficiales no son una fantasía. Con una sola carga, recorrió el trayecto completo con margen. En los descensos alpinos, la regeneración de energía permitió recuperar kilómetros y autonomía, logrando hacer 150 km con apenas un 12 % de batería restante.

La conclusión es clara: Mercedes ha conseguido una eléctrica eficiente, con buena autonomía, carga rápida y tacto de conducción de primer nivel. Su precio de partida ronda los 52.900 €, y aunque puede superar los 62.000 € en versiones altas, lo cierto es que ofrece un producto sólido que se siente “Mercedes” en cada kilómetro.

Frente a las propuestas chinas o a las marcas más tecnológicas, la CLA eléctrica tiene algo que los demás aún no pueden replicar: la sensación de estar al volante de un coche con alma y equilibrio, capaz de combinar eficiencia, confort y placer de conducción sin renunciar a la elegancia.

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