Cuando hablamos de ciclos de carga, nos referimos a una carga completa y su descarga posterior, es decir, pasar del 0 % al 100 % y del 100 % al 0 %. Ahora bien, esto no tiene por qué ocurrir en una sola sesión. El sistema de gestión de batería (BMS) acumula los porcentajes cargados y descargados hasta completar un ciclo. Por ejemplo, si un día se carga del 40 % al 90 % (es decir, un 50 %), y más adelante se descarga del 90 % al 40 % (otro 50 %), entre ambas acciones se habrá completado un ciclo completo.
¿Cuántos ciclos aguanta una batería de coche eléctrico?
La resistencia a los ciclos depende fundamentalmente de la química utilizada en la batería:
Baterías NCM o NCA (níquel-cobalto-manganeso o níquel-cobalto-aluminio):
Comunes en vehículos de gama media y alta. Suelen soportar entre 1.000 y 2.000 ciclos completos antes de que la capacidad útil se reduzca un 20 %.Baterías LFP (litio ferrofosfato):
Más habituales en vehículos de acceso o versiones de menor autonomía. Pueden aguantar entre 2.000 y 3.500 ciclos completos, lo que se traduce en una durabilidad superior.
Si lo traducimos a kilómetros, un coche eléctrico con 400 km de autonomía real y una batería NCM con 1.500 ciclos útiles, puede alcanzar unos 600.000 kilómetros antes de notar una pérdida significativa de autonomía. En el caso de baterías LFP, la cifra se dispara con facilidad por encima del millón de kilómetros, siempre que se haya cuidado bien.
¿Qué afecta a la duración real de la batería?
Hay múltiples factores que influyen en la vida útil de una batería más allá de su química interna:
La carga rápida: especialmente las ultrarrápidas, elevan la temperatura de las celdas y aceleran la degradación química.
Cargas del 0 % al 100 % o descargas completas: son más agresivas para las celdas y aumentan el desgaste.
Temperaturas elevadas: el calor es uno de los enemigos naturales de las baterías. Por eso es clave un buen sistema de refrigeración.
Hábitos de uso: se recomienda mantener la batería dentro del rango del 20 % al 80 % siempre que sea posible.
Calibración de software y buffers internos: muchos fabricantes reservan un pequeño margen interno en la batería que no es accesible al usuario, y que sirve para proteger la química de cargas o descargas extremas.
¿Está mejorando la durabilidad de las baterías?
La buena noticia es que sí. Gracias a la mejora en la gestión térmica, los sistemas BMS más inteligentes y una evolución constante en la formulación química de las celdas, la vida útil real de los coches eléctricos está superando ya las previsiones iniciales. A esto se suma que muchos fabricantes están refinando el diseño de las celdas y mejorando los algoritmos de carga para minimizar el impacto del uso diario.
Hoy en día, incluso después de perder un 20 % de su capacidad original, muchas baterías siguen ofreciendo autonomías prácticas para el uso diario. Y cuando se degradan más allá de ese punto, cada vez es más habitual verlas reutilizadas en sistemas de almacenamiento energético doméstico o industrial, alargando su vida útil bajo el concepto de segunda vida.
Un ciclo de carga = una carga y descarga completa, aunque se puede alcanzar de forma fraccionada.
Baterías NCM/NCA: entre 1.000 y 2.000 ciclos → hasta 600.000 km de vida útil.
Baterías LFP: más de 2.000 ciclos → hasta y más allá de 1.000.000 km.
Carga rápida, calor y uso extremo acortan la vida útil.
El software, el BMS y los buffers internos ayudan a conservar la batería.
Entender cómo funcionan los ciclos de carga y su impacto es clave para perder el miedo a la durabilidad de los coches eléctricos. Si se usan correctamente, pueden durar más que muchos motores de combustión.